Se dice que el sonido de un pato cuya onomatopeya es algo parecido a un “Cuac”, no produce eco. El asunto se ha enviado en emails de curiosidades varias, ha participado en capítulos de series de televisión, aparece en distintas entradas de blogs, etc. Por ello lo hemos añadido a nuestro ciclo de los mitos de la ingeniería acústica.
¿Qué es el eco?
El eco consiste en la reflexión de un sonido cuando rebota en una superficie lejana, y podemos escuchar el mismo sonido pero con un retraso suficientemente distante como para identificarlo. En los humanos esto sucede pasados los 50 milisegundos de retraso, que en condiciones climatológicas normales vendrían a ser unos 17m de distancia entre la superficie reflejante y la fuente de sonido.
Hay varios estudios sobre el tema, como el del profesor T. Cox de la universidad de Salford, que , valga la redundancia, ha desmitificado el mito:
Cuando un pato grazna, su envolvente del sonido es muy parecida a la de una sala reverberante, con una respuesta impulsiva característica: se repite el sonido con una intensidad de un modo decreciente. En la siguiente imagen se puede apreciar el graznido de un pato grabado en una sala anecóica.
Así, el pato emite varios “cuacs” que se confunden con los reflejados por una pared y dan la sensación de que no hay eco. ¿Verdad que para escuchar bien el eco cuando nos encontramos en la montaña emitimos un ruido fuerte y corto para que el sonido original no “pise” al reflejado? Pues el efecto del graznido del pato tendría un efecto inverso que puede llegar a confundir a quien lo escuche.
Se demuestra el hecho grabando un pato en una sala reverberante, con un tiempo de retardo de las reflexiones inferior al del eco, para que se pueda diferenciar. Si hay reverberación, hay eco! Y un sonido vale más que mil palabras:
Graznido de pato grabado en sala reverberante.
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